Estoy hasta los huevos del adoctrinamiento del éxito como único aliciente.
No puedo, lo lamento. Y es penoso y agotador este lunes sin coartadas de este corazón en huelga, estas emociones en servicios mínimos, adagio de una sonata patética asumiendo la pereza como exclusivo latir porque siendo, como soy, un montón de inquietudes, contradicciones y absurdos ininteligibles es cuanto menos curioso que aún persevere a la espera de que me cuenten un cuento al que anhelar.