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En mitad de un abrazo de bienvenida o, quizá, en plena madrugada en el desvelo del calor arrancado a otro cuerpo o tal vez, quizá, al término de una tronchante carcajada.

Quién sabe.

Pero cualquier día en cualquier lugar justo en ese insignificante instante, sin previo aviso, reconocerás a la soledad en tu propia respiración y te sorprenderá saber que ese incorregible vacío lleva mi nombre con toda la tristeza del recuerdo que no vamos a tener.

Entonces, arrastrándote volverás aquí buscando encontrar con tus ojos violentos entremedio de estas letras si, ciertamente, yo soy tu causa y si eres tú mi sueño pudiendo no acabar nunca o comenzar una y mil veces de nuevo.

manifiéstese a su antojo