Coja la parte que más le guste, aquello que más le divierta o colme la ración hasta que empache su apesadumbrada angustia.
Expolie a diestro y siniestro sin vergüenza alguna; mas no desoiga su insaciable satisfacción y atienda a que esté bien llena.
Luego, cuando ya el rastro de nadie vea, rebusque de por medio de cochambrosos pedazos, de sucios desperdicios y de infectas sobras que ni las míseras hienas veneran.
Antes de partir, no olvide depositar a la salida el pago con su juramento de sincera querencia.
Borracha de estupor y de rabia admiro el majestuoso inacabable espectáculo con el desinterés de un muerto y ni te atrevas a balbucear súplica emoliente porque, entonces, no sabría si pegarte o llorar de pena.