Al pie de la alacena de tu boca yacen estos versos degenerados junto a otro puñado de obscenos pensamientos que me reservo cuando te invento.
Urgente hambruna con la que devoras encarnados arilos de mi granada estallando entre tus dientes descaradas pinceladas de inclemente ternura de invierno. Y al tragar bocado respiras resquebrajando en mí una besana de apasionadas caricias con fragancia a vendimia de gélida escarcha desatando con ímpetu un derroche de tímidos latidos intrépidos.
Entonces, apenas si te deseo, vas y te desvaneces al cobijo de inconmensurables miedos.
Ungüento de milagro alimenticio, así es como en ti yo pienso.