Se precipitó a mitad de la noche en busca de una tasca que aún tuviera a bien despachar algún bebistrajo que calentara sus huesos. Una tasca en una calle dondequiera de una ciudad cualesquiera en la que dar cobijo a tanta bajeza.
Poco importa el sitio donde puedas apretar las penas entretanto sea el mismo manto quien te envuelva.
Grita en su cabeza si habrá alguien que le escuche ahí afuera.