Un cuento aún por escribir.
Bonita frase para dar arranque a otro puñado de letras en el designio de organizar otra anotación de estos pensamientos anárquicos que pernoctan a su libre albedrío en mi extenuada sesera sino fuera porque, esa bonita frase, es la definición escrupulosa a la que se extracta mi sobria existencia en la que a menudo tengo la desagradable sensación de personarme a deshora; unas veces por el entretenimiento del amenizar en descuidarme y otras tantas por la rutina del miedo en dejarme ser, sin plagar por ello mis vivencias de sinsabores, frustraciones o demás pesares para no dormir.
No entiendo otro proceder de nutrirme que no sea a través de la duda para avanzar en esta burla de pésimo gusto a la que se reitera en designar vida. Pese a que acostumbro a cuestionarlo todo, no tomé plena conciencia de mi realidad hasta que un buen día, un día como otro cualquiera tropiezas con ese detonante que provoca que te vuelvas del revés y un vértigo en la misma boca del estómago te reclama la falta de aire fresco imposibilitando aceptar todo como hasta entonces sin saber el porqué siempre se aparenta irrealizable hasta que finalmente se hace tangible.
Me cuesta reconocerme en medio de tanto vacío acotado que nada servible aporta. No obstante, supongo que es paulatino esto de recuperar el fondo sin causar muchos destrozos en este caos; en el que a veces presiento el murmullo del viento remolonear entre las hojas de un árbol donde poder descansar a su pie para así liberar la fantasía a sabiendas que, probablemente, no sea mas que una ensoñación y lo que pudiera parecer desplantes e indiferencia no es mas que el entendimiento de no enredar implorando inmerecida espera a una oportunidad de un tiempo remoto casi improbable.
No sé, igual pienso en exceso, pero para mí es necesario este puñado de letras que otorgan constancia de que esto no es lo que soy porque del pasado nada puedo, ni quiero, enmendar pero el futuro lo estoy restaurando ya.
Pues será eso que piensas demasiado, aunque me aventuro a decir que piensas sobre todo lo que los demás ni siquiera se plantean, en una aceptación de lo que se considera normalidad y un vivir en la confortable temperatura de estufa.
Tienes razón del pasado nada podemos enmendar, solo cabe aceptarlo. Y el futuro… alguien me dijo: ¡quien dijo miedo!
Desconozco quién se lo diría, pero ya se podría haber estado callaíto y ni se imagina lo que me place contar con su comparecencia que, a sabiendas de su fiel ojeada, siempre gusta esto de tener visitas con las que departir, especialmente, su persona; mi queridísima Moski.