besana

Mentiría si evito alegar que en alguna que otra ocasión por motivaciones dispares adecuadamente justificadas no digo yo que de haber protagonizado tal proeza hubiera disfrutado de lo lindo al propinar tremenda azotaina a determinados sujetos de cuyos nombres no quiero acordarme, inclusive, aflojando un contundente bofetón me hubiera o hubiese adecuado; a excepción de la salvedad que hago contigo porque juro por lo más sagrado que a ti, a ti, te haría daño pero daño de verdad.

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[035]

Hasta arrullar al coñazo podría ergotizar el móvil que me incitó a conculcar la normativa básica reguladora correspondiente exponiendo mi vida en ello al adentrarme en el mercado negro de las armas sin licencia para blindarme hasta las trancas con una pistola de puño retráctil. Pero tan solo declararé que mi paciencia me abandonó hecha migas así que anden con cuidado ya que mi persona está armada y cabe subrayar que es veterana ducha en su empleo.

Advertidos quedan y el que avisa no es felón.

marzo de dos mil diecisiete

Pese a que pretendes rescatar lo positivo del sobrevenir que detalla tu existir, muy a tu penar, estás completamente inhabilitada para alcanzar a discernir lo provechoso que entraña el desencanto en el doblez.

Con enfurecimiento desligas de tu costado la desfachatez del ventajista sin escrúpulos que arrastra y vapulea el insobornable desinterés resulta a que jamás conoció la auténtica honestidad ni aunque le atizase en plena jeta motivándole un vislumbre de desvergüenza.

Y con plena conciencia te rindes al portador de pensamientos revolucionarios liberados de prejuicios sin enmascarar bajo simulada apariencia, insurgente de la soberbia dueño y señor de límpida naturalidad. Bebes a sorbos esperanzas sin límites del venero de la lealtad.

A recordar en todo momento que lo sincero siempre es sencillo; no falla.

Nunca estuvo entre tus pretensiones desarmar a la vanidad ni evidenciar a la inexactitud. No pasa nada, domina tus limitaciones y atiende a la atrevida humildad.

Inspira, persevera en el camino dejando todo atrás.

»Superganadores, Los Trotamúsicos

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En cuanto la pertinencia así lo arreglaba enfilaba calle abajo como alma que lleva al diablo para irrumpir en el hogar de una anciana cercana que a la estimación simbólica de un duro canjeaba un vaso chato de refresco helado donde una cucharilla hacía las veces de palillo. Con una maestría prodigiosa lograba liberar el polo casero del improvisado molde y a la vez que extendía su mano a mi altura para que pudiera degustarlo hasta entumecer los labios, muy solemne formulaba el recordatorio de que el utensilio de alpaca era retornable.

Un chorreo continuo de críos colmábamos de correteo aquel fresco zaguán en aquellas siestas de otro tiempo y, extrañamente, hace días que me sorprendo rememorando esa desenvoltura despreocupada en el acaecer asimilando que en efecto cuanto más hostil es el contexto más se convierte en un oasis.