[029]

Me pregunto cómo debe de ser eso de mirar bien adentro de uno mismo sin evasivas ni paños calientes y no sentir unas irrefrenables ganas de vomitar o, mejor aún, cómo va eso de esparcir tus despreciables miserias tachando a todo aquel que no seas tú.

Quiero saber cómo se embarra y desprestigia la totalidad de la parte conveniente que desinteresadamente alguien te entrega valiéndote para ello de la milésima fracción del chasco de tu propia exigencia.

Me esfuerzo y no entiendo y me desespero y me doblego serenando tremenda apetencia de estampar la cabeza contra el suelo.

Y entonces, por momentos, me violenta una envidia insana por ser tan babieca incapaz de asimilar los preceptos del juego en el que todo vale sin que nada importe e, irremediablemente, el mundo se me queda cada vez más inmenso.

[028]

Hace tanto que malgasto el tiempo que dejé de contabilizarlo.

Con inaudita maestría le he ido restado transcendencia a todo que entre pitos y flautas, idas y venidas, dimes y diretes, atesoré únicamente abandono.

A mi manera, alguna que otra vez lo intenté pero queriendo no querer equivocarme en nada, tal vez, algún que otro detrimento ocasioné, unas cuantas de horas robé y otras tantas de confianzas estafé. Y en el empeño de querer no herirte en nada, tal vez, enredé haciendo pensar que no sentía nada.

Y entonces vendrán días pero patirarán las ganas porque la culpa solo es de uno mismo por no saber dar la cara.

Eso es todo y todo es nada.

[027]

Frente a ti soy un perro hambriento, un animal perdido sin límites ni entendimiento.

Frente a ti postergo la sordidez que establecidamente se pondera porque en ti contemplo la belleza que un día desertó de mi vera.

Se me rebela el cuerpo en estremecimientos por la contenida expectativa de prestar nuevamente mis oídos al gruñir de tus cuerdas rendimiento de mi tacto en la sonoridad de tus teclas.

Incendia el mapa de mis sentidos.

Claudico esclava en la brutal libertad que solo degusto en el estudio de tus piezas pegando una patá a la puerta del indomable universo que reprimo y entonces hasta mi propia lengua olvido y el no ser ya no importa porque no hay mujer más llena de placer en este mundo que esta loba necia en el desprecio de su vergonzosa cortedad reparando su maltratada esencia en las pautas del tempo.

[026]

Al pie de la alacena de tu boca yacen estos versos degenerados junto a otro puñado de obscenos pensamientos que me reservo cuando te invento.

Urgente hambruna con la que devoras encarnados arilos de mi granada estallando entre tus dientes descaradas pinceladas de inclemente ternura de invierno. Y al tragar bocado respiras resquebrajando en mí una besana de apasionadas caricias con fragancia a vendimia de gélida escarcha desatando con ímpetu un derroche de tímidos latidos intrépidos.

Entonces, apenas si te deseo, vas y te desvaneces al cobijo de inconmensurables miedos.

Ungüento de milagro alimenticio, así es como en ti yo pienso.

[025]

Coja la parte que más le guste, aquello que más le divierta o colme la ración hasta que empache su apesadumbrada angustia.

Expolie a diestro y siniestro sin vergüenza alguna; mas no desoiga su insaciable satisfacción y atienda a que esté bien llena.

Luego, cuando ya el rastro de nadie vea, rebusque de por medio de cochambrosos pedazos, de sucios desperdicios y de infectas sobras que ni las míseras hienas veneran.

Antes de partir, no olvide depositar a la salida el pago con su juramento de sincera querencia.

Borracha de estupor y de rabia admiro el majestuoso inacabable espectáculo con el desinterés de un muerto y ni te atrevas a balbucear súplica emoliente porque, entonces, no sabría si pegarte o llorar de pena.

[024]

En mitad de un abrazo de bienvenida o, quizá, en plena madrugada en el desvelo del calor arrancado a otro cuerpo o tal vez, quizá, al término de una tronchante carcajada.

Quién sabe.

Pero cualquier día en cualquier lugar justo en ese insignificante instante, sin previo aviso, reconocerás a la soledad en tu propia respiración y te sorprenderá saber que ese incorregible vacío lleva mi nombre con toda la tristeza del recuerdo que no vamos a tener.

Entonces, arrastrándote volverás aquí buscando encontrar con tus ojos violentos entremedio de estas letras si, ciertamente, yo soy tu causa y si eres tú mi sueño pudiendo no acabar nunca o comenzar una y mil veces de nuevo.