Justo en el borde, ni más para adelante ni más para atrás; en el borde.
En un primer peritaje se evalúa el calado del charco tomando diferentes patrones de profundidad con el remate de un calzado tipo manoletina. Sin vacilación con el pie se efectúan oscilaciones breves y concisas obteniendo un muestreo fidedigno de una estimación sin aforo de equívoco.
Ratificado el computo de la peritación anterior junto con la comprobación del ciclo de lluvias, tamaño del remanso sometido a estudio y pericia del sujeto a vadear obstáculos privado de recapacitar dos veces; resulto se procede a atravesar el susodicho sin amilanamiento de tan siquiera humedecerse.
Si en mitad de maniobra se constata mayor hondonada precipitándose hasta medio talle, proseguir sin pusilanimidad hasta arribar tierra firme a pesar de extraviar el calzado en la exploración. De esta nueva variable producto del desacierto de los cálculos previos se obtiene la deducción irrefutable por parte del auditor de no estar aprovisionado de una equipación apta para una inmersión.
Llegado al supuesto de error contemplado, no echar mano de la exasperación. Analizar detenidamente el perímetro de situación visualizando al único testigo sito en un parque de bomberos cercano que atónito ante semejante grotesca estampa y falto de ser posible el escaqueo brindará socorro al examinante portándolo entre sus brazos fornidos hasta la misma puerta del domicilio.